LOW
"THE INVISIBLE WAY"
Subpop
2013
Siempre que Eduard Punset opina, comenta o
reflexiona es obligado y digno de atender a sus sábias palabras, y en esta
ocasión, el científico, dejo caer en una de sus convenciones algo tan corriente
como es la música, remarcando una frase lapidaria que te hace pensar
profundamente "La música sirve para algo y el resto, para casi nada",
también leí hace unos días algo muy parecido y decía que viendo y sabiendo el
comportamiento de la humanidad a lo largo de su historia, la música había sido
un error de la creación, algo incomprensible, como algo tan bello y perfecto
podía haber salido de las entrañas de la autodestrucción de una especie que
arrasa todo por donde deja su impronta. Quizás, si dentro de miles de años
todavía esta especie como es la humana existe, espero y deseo que sea recordada
por su capacidad de crear de la nada sentimientos, emociones, llantos y
alegrías a través de los dedos de esos genios sin que nada les tiemble el pulso
y respetando siempre la melodía que nos cautiva, a lo mejor lo único que
importa es, justamente, lo que nos cautiva: sentir que formamos parte de la
manada, empatizar con los demás. A lo mejor la música sirve para algo y el
resto, para casi nada. Y es que hay que entender que la música es un
lenguaje y hay canciones que tienen sus raíces tan profundas en nuestra memoria
como para parecer casi un conocimiento innato, es el residuo de una existencia
anterior, un recuerdo atávico. Pero ¿de dónde viene tal apego a una melodía? en
los episodios triviales de nuestra vida se despiertan sensaciones olvidadas, la
epifanía, en este caso, la manifestación de la dimensión extra-temporal de los
recuerdos, se realiza en la oportunidad de saborear la emoción repentina de una
suspensión en el tiempo, por lo general relacionado con la juventud, la edad
que recordamos con mayor ternura y en la que estamos más dispuestos al asombro
y a la maravilla de las cosas. En momentos en que surgen las últimas emociones,
el tiempo se pierde en las profundidades de nuestra memoria, vuelve a
envolvernos de nuevo con esa claridad y te das cuenta de que el triunfo del
espíritu humano es inexorable al paso del tiempo y a la descomposición de la
materia. De la misma manera habrá música que os matara lentamente y llorareis
en palabras que hieren el alma, palabras que aun a pesar de que lo intentéis,
no podréis arrancaros de vosotros, de vuestros pensamientos y de lo que es
peor, de vuestro corazón.
Parece que a medida que pasaban los años,
tendemos a atraer sólo lo esencial. Y Low no son la excepción. Registrado bajo
el liderazgo de Jeff Tweedy (Wilco) en su estudio de Chicago, tomando la
apariencia de equilibrio en esta última entrega vuelve a sonar al igual
que su predecesor, lentitud, tranquilidad, melancolía y belleza, pero aún más
radical que nunca. "The invisible Way" suena como dulces
palabras susurradas en la almohada, un trabajo para escucharlo y sentarte con
las luces apagadas.
Causa o consecuencia, el trío esta vez dejó a
Mimi Parker pusiera su voz a la mitad de los títulos de las canciones cuando se
habían utilizado previamente para usar solo una o dos canciones, y dejar el
resto a un Sparkhawk que todavía sigue igual cuando se trata de mover los hilos
de las emociones ("Plastic Cup, Amethyst, Mother, y la hermosa Clarence
White"). Musicalmente también, Low parecen tener su elección. Como para
compensar los temas pesados con las letras y que lógicamente han sido
defendidas por composiciones más estridentes, la banda ha optado por hacer de
la guitarra acústica y el piano dos piezas claves en el álbum "So Blue"
"Four Score".
También tenemos alguna saturación
guitarristica "On My Own", y un ligero aumento en el ritmo
"Just Make It Stop", "The invisible Way" es tranquilizador
por dos razones: una porque que te sientes bien, el otro porque las cosas
bonitas son las cosas que llegan sin decir nada y sorprenden. Las que subyacen
en los huecos de las palabras que sí que se han dicho. Qué bonito todo lo que
se dice sin decir, y qué bonito lo que le acabo de decir tan sin querer.
Sergio Verdiell
Puntuación *8,5/10